El Imperio romano fue el artífice de grandes aportes a la humanidad: los acueductos, los números, el derecho, las carreteras, las basílicas y los primeros periódicos son solo algunos. El Acta Diurnal (Eventos Diarios) eran unas hojas escritas a mano con información sobre hechos políticos y noticias de interés general. Y tenían el Acta Senatus, que registraba lo que ocurría en el Senado.

Gracias a la creatividad de los romanos hoy nos podemos mover en automóvil por calles y carreteras de manera segura. ¿Por qué? Fueron los pioneros de la señalización de las vías al crear o establecer un código de señales para orientar al viajero en su tránsito por su compleja red de carreteras que unía a todas las poblaciones del imperio.

Los paneles electrónicos y las vallas informativas de hoy que vemos en las ciudades y carreteras están emparentadas con los ‘millarios’, las primeras señales de tránsito que contaban en millas romanas la distancia de una ciudad a otra. Eran grandes columnas de piedra de una pieza en las que se labraban a cincel y en números romanos los destinos, las distancias y el nombre de la vía.

Los millarios se complementaban con otro invento: los mapas. La Tabula Peutingeriana es uno de los primeros mapas conocido y ahí figuraba la red de carreteras. Era un rollo de vitela, y una de las pocas copias que se conocen está en el Museo Nacional de Austria. Se cree que su origen se remonta al siglo IV.

Los viajeros también disponían de una especie de guía para no perderse. Se trataba de un vaso metálico que tenía grabados los puntos o etapas del camino y la distancia en millas y se podía comprar a la salida de las ciudades.

Un hecho anecdótico de estos vasos es que los viajeros, al llegar a su destino –Roma, generalmente–, los arrojaban en ofrenda en el pozo del templo de Apolo. Muchos siglos después los arqueólogos los encontraron y los bautizaron como Vasos Apolinares o Vasos de Vicarello.

Por eso existe el famoso refrán: ‘todos los caminos conducen a Roma’. El sistema de caminos y carreteras, unas 400 que sumaban unos 85.000 kilómetros, se construyó para comunicar la capital del imperio con las poblaciones más alejadas.

Las señales de tránsito tuvieron pocas variaciones entre la Edad Media y el siglo XX. Los códigos romanos sobrevivieron, se seguían utilizando mojones de piedra grabados con la información, y la novedad fueron los cartelones en materiales como hierro o madera.

¿Por qué en unos países al conducir se conserva la derecha y en otros la izquierda? Aquí los romanos tienen mucho que ver.

Ante una multitudinaria peregrinación que se realizó en Roma en el año 1300, el papa Bonifacio VIII dictó una norma para que los vehículos circularan por la izquierda.

Cinco siglos después, Napoleón Bonaparte cambió el sentido de la circulación en su imperio, en el cual nunca pudo incluir a Inglaterra. Esta es la razón por la cual ese país y sus antiguas colonias se siguen rigiendo por la norma del papa Bonifacio VIII.

Conducir en estado de embriaguez ha sido un problema desde cuando se fabricaron los primeros coches y carruajes. Ante la accidentalidad, en tiempos de Isabel la Católica, se impusieron las primeras multas, que eran bastante costosas y severas. En el año 1584, el virrey de Valencia dispuso la pena de excomunión mayor a los conductores que estacionaran sus coches en las calles por las que transitaran las procesiones.

Las señales modernas

Una de las señales de tránsito más importantes, la de Pare, se diseñó en Alemania en 1892. Y daba miedo. Era una calavera metálica que se iluminaba en la noche, lo cual provocaba pánico en los viajeros. En 1908 se establecieron los patrones básicos de señalización moderna durante el Congreso Internacional de Carreteras, en Roma.

Un año después, los gobiernos europeos acordaron el uso de cuatro símbolos pictóricos: el que indicaba golpe, curva, intersección y pasos a nivel del ferrocarril. El crecimiento del parque automotor entre los años 1926 y 1949 llevó al desarrollo del sistema de señales de tráfico de Europa.

En 1968, varios países firmaron en la Convención de Viena un tratado sobre la señalización vial y tráfico por carretera que buscaba unificar o estandarizar las normas de tránsito en los países que suscribieron dicho acuerdo y, además, aumentar la seguridad vial.

Este tratado empezó a regir el 6 de junio de 1978, tras revisar durante la convención –que duró casi un mes– el anterior Protocolo de Ginebra de 1949 sobre Señales de Carretera y Señales, basado a su vez en la Convención de Ginebra sobre la Unificación de las Señales de Carretera de 1931.

Este tratado, que define aspectos y leyes sobre seguridad y señalización vial, dio pie a que Europa comenzara a estandarizar las señales de tráfico, aunque hay excepciones específicas de cada país. En cuanto a señales de tráfico, básicamente lo que ocurrió es que se adoptaron en Europa y algunos países de Asia y África unas formas y un código de colores.

Así nacieron las señales de formas triangulares (fondo blanco o amarillo), que son de advertencia; las señales de prohibición, redondas con un borde rojo, y otras más. El tratado ha sido firmado por la mayoría de países, incluido Colombia, pero no ha sido ratificado.

En América

Al otro lado del océano, Estados Unidos decidió crear su propio sistema de señalización vial, que ha sido adoptado con modificaciones propias de cada país en toda América, Oceanía y algunos países africanos. Los primeros pasos para estandarizar las señales en esta región se dieron en 1905. En ese año, el Automóvil Club de Buffalo instaló una gran cantidad de señales en el estado de Nueva York. Y cuatro años después, el Club de Automóviles de California hizo lo propio al marcar las principales carreteras en un radio de 250 millas alrededor de San Francisco.

En la década de 1920, representantes de Wisconsin, Minnesota e Indiana hicieron un recorrido por otros estados de la Unión Americana con el fin de tener una base uniforme de señales, signos y marcaciones viales. Los resultados de ese trabajo y sus conclusiones se le presentaron a la Asociación del Valle de Mississippi en 1932.

De allí surgieron las normas generales para las señales estadounidenses, muchas de las cuales hoy todavía están en uso. En 1932 se creó la primera Comisión Mixta de Dispositivos Uniformes de Control de Tráfico; tres años después se publicó la primera guía de normas de tráfico a nivel interestatal, que es revisada cada diez años para su actualización. A partir de 1960, Estados Unidos comienza a adoptar los símbolos y signos internacionales en su sistema.

Así llegamos al siglo XXI, después de superar problemas como las dificultades para quienes no sabían leer o para los extranjeros, lo cual dio pie a los sistemas de códigos basados en los acuerdos mencionados.

El paso siguiente será el de la movilidad autónoma, en la que los autos ‘hablarán’ directamente con las señales. Afortunadamente, pues aún hoy en nuestras ciudades algunos conductores parecen no entender qué significa Pare. Tampoco en Nápoles (Italia).

 

FUENTE: MOTOR