En Colombia, a punta de multas, retenes, comerciales impactantes en radio y televisión y graves accidentes, aprendimos a conocer la gravedad de manejar bajo los efectos del alcohol. Sin embargo, ¿Cuántos conductores de automóviles, camiones, buses, motos y hasta de maquinaria industrial conducen bajo el efecto de medicamentos, muchas veces auto recetados?
La respuesta a esta pregunta es todo un misterio. La gente desconoce los efectos colaterales de algunos medicamentos que se usan con frecuencia para la gripa o resfriados y que se venden sin fórmula médica. O incluso los que producen medicamentos para tratar enfermedades como la hipertensión. También es común que muchos pacientes salgan de un procedimiento ambulatorio bajo los efectos de un medicamento directamente a manejar de regreso a casa.
En cuanto a los controles, lo único que existe es una pregunta que les hacen a los conductores al tramitar por primera vez o al renovar la licencia de conducción en los centros de reconocimiento de conductores, en el sentido de si usan algún tipo de medicina. Si la respuesta es positiva deben presentar la respectiva certificación de su médico y allí deciden si amerita una restricción.
Lo cierto es que el tratamiento con ciertos medicamentos puede generar efectos adversos, que disminuyen o alteran la capacidad para conducir, especialmente agentes psicótropos (benzodiacepinas) que se utilizan como tranquilizantes, y los antihistamínicos para el tratamiento de alergias.
En la Unión Europea, desde 1992 se les exige a los países miembros que los medicamentos que se comercialicen se clasifiquen en tres categorías según su capacidad para alterar la conducción de vehículos, así:
Categoría 1, presumiblemente seguro con una equivalencia en grado de alcoholemia menor de 0,2 g/l;
Categoría 2, produce efectos adversos leves o moderados 0,2-0,5 g/l;
Categoría 3, efectos adversos graves o potencialmente peligrosos, mayor de 0,5 g/l.
En España, la Dirección General de Tráfico (DGT) logró detectar que 6 de los 15 fármacos más vendidos en España (Metamizol sódico, Lorazepam, Metformina, Tramadol, Alprazolam y Lormetazepam) afectan a la capacidad para conducir con seguridad.
Algunos de estos medicamentos también se usan en Colombia, pero la mayoría de pacientes conductores desconocen su riesgo potencial. De ahí la importancia de conocer muy bien la medicación y sus efectos sobre todo, si usted usa a con frecuencia su vehículo.
No conduzca si siente u observa…
Visión borrosa o doble.
Dificultad para concentrarse o permanecer alerta.
Sorpresa ante acontecimientos habituales del tráfico (frenada intempestiva, cambio de luz del semáforo a último momento), dificultad para recordar cómo ha llegado al destino o dificultad para mantener una trayectoria recta.
Invasiones frecuentas de la calzada contraria o conducir por el centro de la carretera.
Con información de la Dirección General de Tráfico (DGT). La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios Algunas recomendaciones
– Antes de manejar procure conocer cómo “reacciona” ante la medicación que está tomando. Si observa que influye sobre sus reflejos, capacidad de concentración, o le produce somnolencia, cuéntele a su médico y evite conducir.
– No se auto medique. Siga las instrucciones del médico sobre cómo utilizar la medicación.
– La reacción del organismo a los medicamentos es más manifiesta en los primeros días de tratamiento, y en especial en las primeras horas después de la ingesta del fármaco.
– Mezclar alcohol y fármacos puede incrementar sus efectos adversos (mayor sedación y somnolencia, pérdida de reflejos).
Medicamentos que implican mayor riesgo en la conducción
Benzodiazepinas. Producen sedación, disminución de los reflejos, alteración de la coordinación, del control de los movimientos y de la capacidad de seguir un objetivo móvil. El paciente debería ser advertido de que el riesgo de accidente aumenta cuando se conduce bajo tratamiento con benzodiacepinas. (Midazolan, Diazepam).
Antihistamínicos clásicos o de primera generación. Producen somnolencia, visión borrosa, alteraciones visuales y alucinaciones. No se aconseja conducir cuando se está bajo tratamiento con antihistamínicos de primera generación (Desloratadina, Cetirizina).
Antidepresivos. Sedación, problemas de acomodación, hipotensión ortostática (incapacidad del cuerpo para regular la presión arterial de forma rápida), fatiga, vértigos, alteraciones del comportamiento (Duloxetina, Venlafaxina).
Antiepilépticos. Somnolencia, letargo, estados de confusión o aturdimiento, pérdida de memoria o concentración. Y la propia epilepsia puede alterar las funciones motoras y cognitivas de los pacientes (Fenobarbital, Carbamazepina).
Neurolépticos. Somnolencia, sedación y visión borrosa.
Analgésicos opiáceos. Euforia, sedación, vértigos, disminución de la concentración y de las facultades cognitivas, pasividad (Morfina, Hidromorfona, Fentanyl).
Efectos de los medicamentos en la conducción
Somnolencia y/o efecto sedante.
Reducción de reflejos y aumento del tiempo de reacción.
Alteración de la percepción de las distancias.
Hiperactividad e hiperreactividad.
Alteración de la capacidad visual o auditiva.
Pérdida de coordinación motora, espasmos y otras alteraciones a nivel muscular o neuromuscular.
Confusión, aturdimiento, alucinaciones o modificaciones del comportamiento.