Los expertos han concentrado sus estudios sobre la propagación del covid-19 en aglomeraciones, en espacios abiertos al público como restaurantes, superficies de grandes almacenes, centros comerciales, gimnasios y aeropuertos. En contraposición, al automóvil se le ha puesto menos atención pese a su uso cotidiano.
Una explicación es que un auto no transporta un número elevado de personas para provocar un contagio de grandes proporciones, aunque los expertos admiten que hay riesgos similares a los que genera un espacio pequeño y cerrado, y porque en sus cabinas pueden quedar los aerosoles, diminutas partículas transportadas por el aire que pueden transmitir el virus.
Para establecer las posibilidades de contagio que pueden presentarse dentro de un automóvil, un grupo de científicos de universidades estadounidenses realizó un estudio, para el cual utilizaron simulaciones computarizadas para determinar cómo fluye el aire en un vehículo y cómo a través de este se transporta el virus.
El informe fue publicado en la revista Science Advances y fue actualizado en junio pasado. El estudio concluye que abrir ciertas ventanas puede crear corrientes que protegerían tanto a los pasajeros como a los conductores de enfermedades infecciosas como el covid-19.
“Aunque te cubras el rostro de alguna manera, de todos modos, expulsas aerosoles diminutos cada vez que respiras”, aseguró Varghese Mathai, físico de la Universidad de Massachusetts, campus Amherst. “Y si es una cabina cerrada, entonces sigues expulsando estas partículas diminutas y, naturalmente, se acumularán con el tiempo”.
Mathai y sus colegas de la Universidad de Brown (Asimanshu Das, Jeffrey Bailey y Kenneth Breuer) utilizaron lo que se conoce como simulaciones de dinámica de fluidos computacional.
Esta es una herramienta que suelen usar los ingenieros en aerodinámica para saber cómo se mueven los gases, líquidos y el aire, a fin de crear autos con menos resistencia (coeficiente aerodinámico), o en el caso de los aviones, para diseñar aeronaves con mejor sustentación.
El equipo hizo las pruebas en un automóvil a 80 km/h con dos personas, el conductor en el asiento delantero de la izquierda y un pasajero en el asiento trasero de la derecha. Esta es la opción más común de viaje en vehículos de servicio público (taxis).
En las primeras conclusiones descubrieron que la forma en que el aire fluye alrededor del exterior del automóvil en movimiento crea un gradiente barométrico (variación de la presión) dentro del vehículo, con la presión del aire en el frente ligeramente menor que la de atrás, lo cual hace que el aire que circula dentro de la cabina suela fluir de la parte trasera del auto hacia adelante.
Posteriormente, y siempre con el aire acondicionado encendido, simularon y modelaron el flujo de aire interno y el movimiento de aerosoles con diferentes combinaciones de ventanas abiertas o cerradas. En este último caso, que era de esperarse, entre el 8 y 10 por ciento de los aerosoles expelidos por uno de los ocupantes del auto llegaba a la otra persona.
Y cuando todas las ventanas estaban abiertas completamente, las tasas de ventilación aumentaron y el flujo de aire fresco expulsó muchas de las partículas aéreas del auto. Solo de 0,2 a 2 por ciento de los aerosoles simulados viajaron entre el conductor y el pasajero.
Hasta este punto, estos resultados coinciden con los lineamientos de salud pública que recomiendan mantener las ventanas abiertas para reducir la propagación del virus en espacios cerrados. “Cuando tienes tanto cambio de aire, el tiempo de residencia, es decir, el tiempo que los aerosoles permanecen en la cabina, es muy breve”, explica Joseph Allen, experto en ventilación de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard, en un artículo sobre este tema publicado por The New York Times.
La mejor solución
Como no es posible mantener todas las ventanas abiertas por las condiciones climáticas y por la seguridad en muchas ciudades, los investigadores modelaron otras opciones.
Entre estas y la que mejores resultados brindaba, en el caso de los taxis, era que el conductor y el pasajero bajaran cada uno su ventana, pero las simulaciones determinaron que la mejor estrategia era abrir las ventanas opuestas a cada persona.
Esta configuración permite que el aire fresco exterior fluya por la ventana trasera de la izquierda y salga por la ventana delantera de la derecha, con lo cual se crea una corriente o ayuda a crear una barrera entre el conductor y el pasajero. “Es como una cortina de aire, empuja todo el aire que exhala el pasajero y también crea una región de corriente de aire fuerte entre el conductor y el pasajero”, explicó Mathai.
Los científicos advierten que cambiar el número de pasajeros en el carro o la velocidad de conducción podría afectar los resultados, por lo cual indican que las medidas de autocuidado son fundamentales al hacer uso de vehículos de transporte público, y más cuando los estudios han demostrado que el virus puede subsistir en una superficie desde unas pocas horas hasta varios días.
Además, hay investigaciones no publicadas oficialmente aún que indicarían que un viaje de 20 minutos en un automóvil con alguien que emita partículas infecciosas del covid-19 puede ser mucho más arriesgado que compartir un salón de clases, una sala o un restaurante con esa persona durante más de una hora.
¿Qué pasa cuando hay más ocupantes? Si bien la estrategia de las ventanas opuestas abiertas funciona bien para dos ocupantes, la media en el servicio público, en el caso de autos familiares mantener las ventanas a la mitad de su recorrido parece ofrecer el mismo beneficio que abrirlas totalmente, mientras que solo bajarlas un cuarto es menos eficaz.
Estos hallazgos generales, dice Mathai, son válidos para muchos autos y camionetas de cuatro puertas y cinco pasajeros. En lo posible, mantener todas las ventanas abiertas si un vehículo va con todas las plazas ocupadas, y cada pasajero debe llevar puesto el tapabocas.
¿Cuánto tiempo sobrevive el virus?
Según la página web Coronavirus Colombia, los estudios indican que los coronavirus pueden subsistir en una superficie desde unas pocas horas hasta varios días. Cada día hay más evidencia de partículas más pequeñas llamadas aerosoles que pueden permanecer más tiempo suspendidas en el aire y desplazarse distancias más largas. Estos aerosoles también pueden contribuir a la transmisión del virus.
Hasta el momento, lo que se sabe es que la transmisión por superficies es de menos riesgo que la de persona a persona. Sin embargo, es posible contagiarse al tocar una superficie o un objeto que tiene el virus y, luego, tocarse la boca, la nariz o los ojos.
Algunos estudios dicen que el virus puede sobrevivir en diferentes materiales. Por ejemplo, en madera, cuatro días; plásticos, de 2 a 3 días; acero inoxidable, de 2 a 3 días; cristal, hasta 5 días.
Estos materiales se encuentran en los carros, y aunque las barreras como los plásticos que se usan en los taxis pueden llegar a tener efectividad, no hay garantía de que el habitáculo sea correctamente desinfectado, por lo cual lo recomendable es evitar el contacto con las superficies.