A medida que pasan los días de encierro, más ideas o angustias se nos vienen a la cabeza y no falta quien se preocupe por los problemas que puedan tener las llantas de su carro detenido durante varios días.
Citemos primero cuáles son los enemigos declarados de la llantas. Uno inevitable es el sol cuyos rayos ultravioletas y el ozono de la atmósfera que atacan el caucho y lo endurecen y cuartean.
Esto se ve también en los empaques exteriores y las cuchillas de los limpiabrisas. Por eso es absurdo el mito que muchos practicaban -¿o practican?- de comprar las llantas y dejarlas muchos días al sol para que se “curaran” antes de montarlas. Totalmente antitécnico.
La forma de almacenar y proteger las llantas nuevas es en bolsas de plástico negras o en sitios bien oscuros y lejos de los rayos del sol.
Hay otros adversarios, casi también ineludibles, que son los huecos, alcantarillas rotas o destapadas y demás accidentes propios de nuestras calles que causan rupturas en las carcazas de las llantas a tal punto que en este país la mayoría de las ruedas se reemplazan por daños antes de que lleguen a un kilometraje que destape entre el labrado a los indicadores de desgaste.
Son un abrasivo constante la mala alineación de los trenes delantero y trasero y si se mordisquean las llantas, es porque los amortiguadores están dañados. Una agachada con linterna en el garaje le puede dar pistas sobre estos males y detectar chichones en los hombros, sobre todo en la parte interna, es indicio de fuertes golpes que pudieron también llegar a los rines.
Pero veamos las condiciones del momento con el auto en detención. Las llantas se podrían aplanar porque la carga permanece en un solo punto.
Pero esto toma quizá años en producirse y no es un perfil que sobreviva porque al rodarlas un poco vuelven a su redondez normal. Recuerde que su carro, salvo que sea de transporte público o de trabajo, permanece la mayor del día detenido en estacionamientos o garajes y las llantas no se ponen cuadradas.
Lo que sí debe controlar es la presión del aire porque es bastante normal que las ruedas se desinflen en alguna dosis y esto se aumenta al estar quietas pues las imperfecciones de los rines por las cuales se sale el aire son inevitables.
Por ello, es usual que calibremos las llantas con alguna periodicidad pero en estos momentos sí es clave controlarlas porque si se desinfla una por completo deberá pasar por la tarea de cambiarla y si son dos las que están en proceso de desinflarse, pues la situación será compleja porque no suele haber dos repuestos.
También si tiene llantas de las que pueden andar sin aire y los testigos de presión no se han encendido en el tablero por alguna razón de sensores, electricidad o electrónica, la calibración puede destapar algún pinchazo vigente.
Y claro, si el carro está quieto, los sistemas de detección no lo van a informar. En ese caso, vaya a un servicio aprovechando que el carro camina en esas condiciones sin problemas. Si tiene una rueda de este tipo desinflada, da igual llevarla a arreglar hoy o dentro de semanas. Para eso es su construcción.