“No estoy seguro de si soy un actor que compite o un piloto que actúa”, había dicho.
Steve McQueen no tuvo precisamente una infancia fácil: su padre murió de accidente de aviación (era piloto de acrobacias) justo al poco de su nacimiento y su madre lo abandonó siendo un bebé. El pequeño Steve fue educado por su tío en Missouri y de adolescente vivió en un mundo de bandas y delincuencia. Luego vino el ejército, sus estudios como actor, las primeras películas y un poco más tarde, el éxito: títulos como “Los siete magníficos”, “La gran evasión”, “Bullit”, “El secreto de Thomas Crown”, “Le Mans”, “Papillon”, “El coloso en llamas”, etc, quedarán para siempre en la historia del cine.
Pero McQueen tenía otra faceta, tan importante para él o más que la de actor: la de piloto, con una descomunal pasión por todo aquello que llevara motor. Steve era un excelente piloto, que compitió en carreras como la Baja 1000 californiana, o en los Six Day de enduro, dentro del equipo oficial norteamericano. También corrió en la Mint 400 o en el GP de Elsinore, siempre en off road. “No estoy seguro de si soy un actor que compite o un piloto que actúa”, había dicho.
En automóviles, Steve corrió, entre otras carreras, en las 12 Horas de Sebring, finalizando segundo. Una de sus películas más famosas es “Le Mans”, donde el actor interpreta al piloto del equipo oficial Porsche Michael Delaney, que participa en las 24 Horas: “Correr es vivir… todo lo de antes y lo de después es esperar”, dice Delaney-McQueen en el film.
En “Bullit”, la persecución que realiza al volante de un Ford Mustang está considerada como la mejor de la historia del cine.
A McQueen no le gustaba que le doblasen en las escenas de acción. Siempre muy en forma, solía interpretar todas las que se hiciesen en coche o moto, y es el propio McQueen el que conduce la moto que roba a un soldado alemán en “La gran evasión” -una Triumph camuflada de moto alemana- excepto en el famoso salto de la alambrada, en el que el director no quiso arriesgarse a que el actor sufriese una lesión y fue doblado por un especialista (Bud Ekins), pero salvo esa escena, en las demás es el propio actor norteamericano quien lleva la moto.
En sus últimos años se dedicó a coleccionar motos: Harley-Davidson, Indian, Husqvarna, Brough Superior, Ace, Honda, Triumph, etc. logrando reunir verdaderas joyas y también coleccionó automóviles. Financió el documental sobre motos “On Any Sunday”, en el que es protagonista de varias escenas. Muy fan de Indian y Triumph, en 2012 esta última le dedicó una edición especial de la Bonneville.
Con una vida intensa y a veces tortuosa, Steve McQueen era un personaje que jugaba, fumaba (a veces marihuana) y bebía. En 1980, un cáncer de pulmón acabó con él a los 50 años. «Ataca a la vida. De todos modos, terminará por matarte», dijo el actor-piloto.