El propósito de las cámaras de detección (o cámaras salvavidas, como decidieron llamarlas) como elemento disuasivo para que los conductores respeten las normas de tránsito, es loable, pero la proporción entre las órdenes de comparendos impuestas con este medio por exceso de velocidad a motos y a automóviles particulares, frente a las impuestas de forma manual, muestra que hay una marcada inequidad entre ambas.

La Secretaría de Movilidad informa que hay tres modalidades para imponer comparendos: de forma electrónica, manual o por medio de las cámaras salvavidas. La primera es, por mucho, la menos utilizada: al cierre de agosto de este año se reportan 9 comparendos para motos y 5 para automóviles particulares por no cumplir los límites de velocidad.

Es una gran diferencia respecto a las 1.500 órdenes de comparendo impuestas de forma manual a automóviles particulares, sistema con el cual solo hubo 5 para motos. Esta se nivela al revisar los impuestos por las cámaras salvavidas, que registraron 10.135 para motos y 9.768 para automóviles.

Si tomamos únicamente las cifras por comparendos manuales fácilmente podríamos pensar que los automóviles son los principales infractores de la capital, en tanto que las motos cumplen todas las normas al pie de la letra. Sin embargo, lo que se vive en las calles es diferente y está respaldado por lo que muestran los comparendos impuestos por cámaras: motos escabulléndose entre los carros “sin dios ni (mucho menos) ley” mientras están detenidos otra vez detenidos en los trancones de la nueva (a)normalidad.

Es decir, la diferencia entre los comparendos impuestos a motos por cámaras y de forma manual es de 10.130. Esa sola cifra supera los 9.768 comparendos totales que han recibido los automóviles particulares al cierre del pasado mes de agosto con esta modalidad.

¿A qué puede deberse esta diferencia? Es difícil saber a ciencia cierta pero hay varios factores que sin duda pueden incidir. Como mencionamos más arriba, las motos tienen la facilidad de escabullirse entre el tráfico y para los retenes es más complicado obligarlas a detenerse, a diferencia de lo que ocurre con los automóviles. Además, algo importante a tener en cuenta, es que cualquier infracción cometida por una moto conlleva la inmovilización, lo cual también es un desequilibrio. Esto, por supuesto, no ocurre cuando la moto es detectada por las cámaras pues el comparendo es automático.

Otro factor podría ser el hecho de que los policías preferirían dejar seguir a las motos y centrarse en los carros, algo no solo complicado de probar sino a la vez contrario a lo que muchos motociclistas suelen denunciar en redes sociales: hay retenes específicos para motos, algunos montados sin la señalización y especificaciones obligatorias, donde el único fin parecería ser la inmovilización de estos vehículos.

Ahora, es importante aclarar que las cifras acá mencionadas corresponden a comparendos que no es lo mismo que multas: el primero es una orden a comparecer por la presunta infracción y la segunda ya es cuando la infracción ha sido probada y el ciudadano debe proceder a su pago.

De cualquier forma, lo único cierto es que la diferencia entre los comparendos registrados de forma manual y los de las cámaras salvavidas a motos y automóviles particulares es enorme y, peor aún, no parece haber una razón clara al respecto más allá de la facilidad o dificultad (¿o eficacia o ineficiencia?) que supone imponerlas con uno u otro método.

 

Fuente: Motor