Lo atormenta encontrarse con reductores de velocidad en la vía? Los ‘policías acostados’, topes y reductores en forma de burbuja pueden convertirse en enemigos de su vehículo y su cuerpo si no sabe pasarlos correctamente.

Este viernes en #ElRetoET, Giovanny Vargas, físico y magíster de la Universidad Nacional de Colombia le explica, desde la ciencia, si es mejor pasar rápido o despacio por estos reductores y cuáles son los efectos sobre su carro.

Antes de conocer la respuesta, verifique en este test si usted es un conductor inteligente a la hora de enfrentarse a estos resaltos en el suelo.

Mejor despacio, siempre

Cuando usted está manejando debe tener en cuenta la energía que lleva. Esta energía (e), de tipo cinético, es producto de la masa (m) por la velocidad (v).

En física, esto se expresa en la siguiente fórmula:

E=1/2 m•v2

Y en la práctica funciona así: entre más velocidad, la energía aumenta y peor sería el daño al vehículo, lo que indicaría que si vamos a unos 30km/h la energía de impacto es nueve veces mayor que si vamos a 10km/h.

Según Vargas, el impacto al vehículo y al conductor se puede traducir en los siguientes términos:

Pasar a 10 kilómetros por hora sobre un reductor equivale a chocar de frente con una vaca.
Hacerlo a 20 kilómetros por hora, sería como estrellarse con un voz grande.
Y, a 30 kilómetros por hora, como colisionar contra un muro.
Por tanto, la velocidad ideal para pasar sobre los reductores, definitivamente, debe ser la menor posible. De hecho, para eso están ubicados en zonas escolares y de alto flujo peatonal.

A su carro le duele
Tenga en cuenta que la masa del vehículo es directamente proporcional a la cantidad de energía generada en el movimiento y, por tanto, al tipo de daño que se pueda causar. Así, sufren más carros grandes que pequeños al pasar sobre reductores de velocidad.

Por otra parte, debe saber que las partes que más sufren son llantas y amortiguadores.

Vargas asegura que, en el caso de los neumáticos, cuando pasan por los topes generan un efecto llamado ‘estrés de material’. Esto provoca que las fibras de la llanta se vayan separando y creen burbujas.

En el caso de los amortiguadores, sucede lo siguiente según el físico consultado: «cada vez que hay un impacto, se calientan. Este calor es disipado a través del aceite y, a mayor velocidad, mayor impacto, por ende mayor temperatura y eso hace que el aceite se vaya haciendo más “líquido”. Esto, a futuro, afecta el sistema y no permite que trabaje óptimamente».

Y, por si fuera poco, los impactos constantes generan tensiones y deformaciones entre las piezas que derivan en ruidos y partes sueltas. Todo esto, además, agravado, si usted decide pasar a mayor velocidad y crear más energía que afecte su automóvil .

El cuerpo también sufre
«Cuando vamos en el carro, la bici o la moto nos comportamos como si fuéramos un solo objeto (es como si pesáramos 1000 kilogramos) y los impactos y la energía son disipados por nuestra manos y nuestros pies», explica Vargas.

Y, se repite, a mayor velocidad, mayor energía y mayor daño a nuestro cuerpo. Las consecuencias pueden ir desde pequeñas lesiones articulares y musculares, hasta otras como el síndrome del túnel Carpiano o Bursitis (inflamaciones con bolsas líquidas en las articulacione) en casos prolongados y extremos.

¿Cuáles son peores? La altura del reductor influye en las ecuaciones de la energía. A más altura (h), más energía llevaría el vehículo (en este caso energía potencial, E)

E=m•g•h

Esto multiplicado por la masa (m) y la gravedad da como resultado otra energía más que lleva el móvil.

Entonces, a mayor altura, mayor impacto. Y, si lo quiere ver así, sería peor un gran ‘policía acostado’ que otros tipos de reductores.

No les haga trampa: Pasarlos en diagonal no hace una diferencia significativa. El truco está en mantener las llantas en buen estado y, siempre, pasarlos despacio.

 

Fuente: el Tiempo