Extraño preguntarnos esto, ¿cierto? Y de pronto hasta ni siquiera nos hemos enterado que el velocímetro de nuestro vehículo se encuentra averiado.
Respecto a la respuesta, algunos conductores quizás dirán que si la calle está vacía, el límite de la velocidad es la que le permita alcanzar el motor de su vehículo; otros por su parte, a lo mejor manifiesten que su límite son los 100 kilómetros por hora, que más de allí es peligroso; y otros, tal vez siendo más prudentes, dirán que ir a exceso de velocidad es sobrepasar los límites permitidos, 80 k/h en vías nacionales, 60 k/h en vías urbanas y 30 k/h en zonas residenciales.
Muchos conductores, por razón de que las vías se encuentran solitarias, a causa de las restricciones de circulación por la emergencia sanitaria del COVID-19, han terminado por olvidar las normas de comportamiento, especialmente las relacionadas con los límites de velocidad y algunos opinarán, que incluso es una buena oportunidad para probar la potencia y los alcances de su vehículo.
Por ello, más allá de lo que nos permita la vía, las normas y el motor del carro, y de lo que lleguemos a considerar que podemos controlar, el exceso de velocidad es unos de los factores de riesgo vial de mayor peligro y sobre el que como conductores tenemos toda la responsabilidad.
Como es conocido por muchos, gran parte de los siniestros viales que se causan en nuestra ciudad y carreteras de nuestro país, se puede relacionar directamente con este peligroso factor de riesgo.
Y es que debemos tener muy, pero muy, claro, que por razón del exceso de velocidad, cualquier accidente en el que nos involucremos puede llegar a tener consecuencias que ninguno tiene realmente calculadas tanto para los demás actores de la vía como para nosotros mismos.
La velocidad excesiva o inadecuada merma significativamente nuestras capacidades para conducir y de reaccionar ante eventualidades, las cuales también debemos tener en cuenta al momento de conducir, pues en la vía no estamos solo y siempre debemos considerar el actuar de los demás conductores, motociclistas, ciclistas y peatones.
Según los estudios, el exceso de velocidad incide en gran medida en la mortalidad de peatones y ciclistas, pues al sufrir estos un atropellamiento por un vehículo con una velocidad de 30 km/h tan sólo el 5% fallecería a consecuencia del accidente, mientras que a 50 km/h la probabilidad de muerte se aproxima al 50%. Y a partir de 80 km/h prácticamente todos los peatones atropellados morirán a consecuencia de las lesiones sufridas. Estas cifras son aterradoras y nos invitan a reflexionar.
Por todo esto, transitar a una velocidad adecuada a la situación en la que nos encontramos puede evitar que nos involucremos en un accidente y aunque este finalmente llegue a producirse, probablemente será de menor gravedad que si hubiéramos estado conduciendo sin cumplir con lo establecido en la norma, la señalización de la vía y las condiciones del entorno.